Nací en una hermosa ciudad de Tashkent, Uzbekistán. Mis padres: padre cirujano y madre maestra, valoraron la educación por sobre todas las cosas. Impulsar mi cerebro resolviendo rompecabezas o problemas matemáticos avanzados era un pasatiempo más que una tarea. Disfrutaba especialmente construir algo con mis propias manos. Más tarde, unos pocos tornillos y pernos, con la ayuda de un destornillador y un trinquete, darían como resultado la construcción de un automóvil o avión de juguete.
Durante mi crecimiento, el obtener un título no era un asunto cuestionable. La pregunta más importante era: cómo construir un futuro en un país que faltaba respeto por la ley y la religión. Nuestra familia se dio cuenta de que una nueva vida tendría que empezar desde cero en una nueva tierra, una tierra de oportunidades.
En 1992, nuestra familia emigró a Queens, Nueva York, que ha sido mi hogar desde entonces. Me gradué magna cum laude de Queens College y obtuve una licenciatura en biología. Me concedieron la beca Dean’s Full Merit Scholarship para asistir a la facultad de odontología de la Universidad de Nueva York, donde me gradué en 2001 como el mejor de mi generación (Omega Kappa Upsilon). Unos años más tarde, completé mi capacitación avanzada en periodoncia e implantología en la facultad de odontología de la Universidad de Nueva York (NYU, por sus siglas en inglés).
¿Qué puedo decir? NYU fue un lugar muy especial para mí. Éste fue el lugar donde obtuve una profesión que amo. Éste fue el lugar donde conocí al amor de mi vida, mi esposa Bella. Tenemos tres magníficas hijas. Ocupan la mayor parte de nuestro tiempo libre. Nos encanta pasar tiempo juntos en familia: visitar a los abuelos, invitar a amigos y jugar juntos en el parque.
Me considero una persona feliz y, lo más importante, afortunada. Cada mañana, cuando me despierto, quiero ir a trabajar y hacer lo que más amo (jugar con destornilladores pequeños para construir algo importante para mis pacientes); y todas las noches quiero volver a casa con los que más amo.
Muchos años de trabajo duro y un poco de suerte llevaron mi vida a un balance equilibrado, o mejor dicho, a la felicidad.